Muchos jóvenes se están graduando y entrando al mercado laboral sin las habilidades necesarias para triunfar. Sin embargo, en muchas escuelas del país, educadores enfocados en la innovación han llegado a lo que creen es una respuesta educativa a los retos del nuevo siglo, lo que llaman un ‘aprendizaje más profundo’. Te contamos de qué se trata.
Todos nos podemos identificar: mirar el reloj, una y otra vez, mientras el maestro recitaba fórmulas o fechas históricas, morir de sueño, y a la vez morir de ganas por salir a jugar. Quizá lo recordamos como una falla nuestra, o como una falla en el sistema educativo. Pero para muchos, la falla es el sistema mismo.
Así mismo lo dijo el ex secretario de Educación Arne Duncan en 2010: “nuestro sistema de K-12 en su mayoría se adhiere al modelo de educación de hace siglos, el modelo de la fábrica de la era industrial.
Hace un siglo, quizá tenía sentido adoptar requerimientos de estar sentado un número de horas en clase para poder graduarse (…) Pero el modelo de educación de la fábrica industrial es el modelo incorrecto para el siglo XXI”.
Si queremos preparar a nuestros chicos para ser autosuficientes en un futuro incierto, la educación debe ser reinventada. Una red de educadores a lo largo y ancho del país llamada Deeper Learning, o un ‘aprendizaje más profundo’, cree tener una respuesta.
Aprendiendo para el siglo XXI
El ‘aprendizaje más profundo’ se trata de hacer la educación activa y no pasiva, donde los estudiantes son los motores de su propio aprendizaje.
Se trata de enseñar a los niños a pensar de manera crítica, de darles herramientas útiles, de conectarlos con sus comunidades, de fomentar la empatía y de crear conexiones interpersonales. Todo esto ocurre a partir de los intereses del alumno.
En las escuelas que adoptan este modelo, los alumnos escogen y dirigen sus propios proyectos ( student-led projects), demuestran lo que aprendieron al final del año exhibiendolos a otros compañeros o adultos expertos ( student exhibitions) o hacen una pasantía ( internship) en un negocio u organización en su comunidad. Así, aprenden de los retos de la vida diaria y de la satisfacción de crear un impacto directo en quienes los rodean.
¿Por qué importa este tipo de aprendizaje?
Según el último reporte del Buró de Estadísticas de Trabajo, los trabajos que se espera crezcan más en los próximos 20 años serán: instalador de paneles solares, técnicos de turbinas eólicas, ayudantes de salud en el hogar, enfermeros personales, desarrolladores de software y apps, y matemáticos.
Estos trabajos requieren habilidades en ciencias y matemáticas o habilidades interpersonales excepcionales (lo que se conoce como un coeficiente emocional alto) que las escuelas tradicionales muchas veces no enseñan adecuadamente.
El internet fue inventado hace menos de 30 años y hace tan solo unos seis existen las redes sociales como las conocemos hoy en día. Es difícil imaginar cómo tendrán que ganarse la vida los jóvenes que hoy tienen 4 o 5 años cuando sean adultos. Lo mejor entonces es enseñarles a pensar de manera crítica, a aprender a aprender mejor, a adaptarse rápidamente, a tener confianza en sí mismos, y a relacionarse exitosamente con los demás, una habilidad que siempre será relevante.
Aprender cuestionando, creando y enseñando
¿Cómo se ve esto en la práctica? Aprender por medio de proyectos, con el maestro como guía, es una de las claves.
“Cuando ellos empiezan a investigar, nosotros vamos haciendo los checkpoints (puntos de control)”, dijo Odonne,“y vamos viendo dónde están, qué están viendo, cómo van avanzando y cómo están llegando a donde tienen que estar para aprender, y para también (que cumplan) los estándares de la Florida y que esten alineados con todo lo que se necesita”.
Los adeptos de este acercamiento enfatizan que el rol del maestro sigue siendo tan vital, activo y riguroso como en otras escuelas.
Ese es el rol del maestro en el aprendizaje profundo: no se trata de impartir conocimientos como si los estudiantes fueran recipientes vacíos por rellenar, sino de ser un guía que ayuda al chico a alcanzar su máximo potencial.
“Les damos los conocimientos básicos principales para entender una materia, un capítulo de un libro, y luego, basado en lo que ellos quieren aprender, van a ir investigando”, continuó Odonne, quien además de maestra también es consejera de estudiantes de último grado de secundaria.
“Hacen presentaciones (en mi caso hacen experimentos) y demuestran sus pasos y lo que quieren aprender mientras están haciendo la investigación por internet, con los libros, con los maestros, para ir entendiendo cuáles son sus preguntas, sus curiosidades”.
Así ocurrió con una de sus estudiantes, Christina Shaw, de 17 años. De pequeña, Christina quería ser artista, según le relató a Univision Noticias. Tras entrar al programa, rápidamente se dio cuenta de que aunque amaba el arte, no quería ganarse la vida como artista. Su otra pasión era la psicología, así que decidió juntar las dos y escribir y fabricar ella misma una serie de libros para niños, basándose en sus investigaciones sobre cómo los niños pequeños aprenden más eficazmente.
Estas conexiones interpersonales genuinas son fundamentales al aprendizaje dinámico y profundo: la empatía, la compasión, la autorreflexión y la expresión saludable de las emocionesson habilidades que los maestros les ayudan a cultivar y que se aplican día a día.
Esto, como el aprendizaje verdadero, no es útil solamente en sus materias académicas, sino que los estudiantes las llevan consigo a sus familias y a sus relaciones por el resto de la vida.