Para avanzar hacia sistemas financieros inclusivos, que contribuyan a eliminar las desigualdades de género, es necesario contar con datos desagregados por sexo y así romper el silencio estadístico que afecta a las mujeres, planteó este lunes la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, durante la presentación de la decimoséptima versión del informe Género en el Sistema Financiero de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras de Chile (SBIF).
Bárcena llamó a “transformar datos en información, información en conocimiento y conocimiento en decisión política”, tal como lo establece la Estrategia de Montevideo para la Implementación de la Agenda Regional de Género en el marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030, aprobada por los países de la región en la XIII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe realizada en 2016 en Uruguay, y cuya próxima edición tendrá lugar en Santiago de Chile del 4 al 8 de noviembre de 2019.
La máxima representante de la Cepal encabezó el lanzamiento del estudio, junto a la ministra de la Mujer y la Equidad de Género de Chile, Isabel Plá. Los resultados fueron entregados por el superintendente de Bancos e Instituciones Financieras, Mario Farren.
Plá reconoció que “la mujer en Chile está sujeta a un trato desigual. Enfrenta brechas en el acceso al empleo, en salario, en pensiones, en el acceso a la salud, a la educación, mayor vulnerabilidad ante la violencia. Y, por cierto, también enfrenta diferencias y dificultades cuando busca apoyo financiero”.
La última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) reveló que 6 de cada 10 personas en situación de pobreza son mujeres y 6 de cada 10 chilenos que no cuentan con ingresos propios son mujeres, dijo Plá.
El informe presentado este lunes, en tanto, señala que en los productos de ahorro la participación de las mujeres supera a la de los hombres, que la demanda de servicios financieros de las mujeres tiene un componente habitacional mayor al de los hombres y que los índices de morosidad, protestos y reprogramación de deuda revelan un mejor comportamiento de pago de las mujeres.
El desafío más importante de la banca explicó la ministra, es bajar las barreras para acelerar el progreso económico del país. Las chilenas, como lo ha demostrado el informe, tienen un mejor comportamiento frente al compromiso financiero que los hombres, acentuó.
Durante su intervención, Bárcena destacó la elaboración del informe como una buena práctica que inspira a otros países de la región y que ha propiciado la cooperación Sur-Sur. Además, dijo, que es una muestra del compromiso de Chile con la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en particular con las metas orientadas a la inclusión financiera de las mujeres y su acceso pleno a servicios de crédito, ahorro e instrumentos para el apoyo del emprendimiento productivo.
Hoy nos enfrentamos a un contexto internacional incierto y complejo, que incluye la emergencia de conflictos comerciales y geopolíticos y la creciente volatilidad financiera a nivel global, explicó Bárcena. El sector financiero se encuentra cada vez más concentrado e interconectado entre pocos actores y países, desligándose crecientemente de la economía real y de las necesidades de las personas, agregó.
En este marco, “las mujeres enfrentan barreras para acceder al sistema financiero y no gozan de los mismos beneficios y derechos que los hombres”, enfatizó la alta funcionaria.
Las políticas macroeconómicas deberían ser sensibles a las desigualdades de género, ya que las mujeres terminan amortiguando los choques económicos en los períodos de crisis, inestabilidad o recesión, principalmente a través de la sobrecarga de trabajo no remunerado, subrayó.
Pese a avances recientes, la tasa de participación laboral de las mujeres en América Latina está estancada en torno al 52% (la de los hombres alcanza el 76.6%).
Las tasas de desempleo siguen siendo significativamente mayores en el caso de las mujeres (10.7% versus 7.6% de los hombres) y la mitad de las mujeres ocupadas (51.4%) se emplean en sectores de baja productividad, como el empleo doméstico y el trabajo independiente no calificado, con precarias condiciones laborales, bajos salarios y largas jornadas. Además, las mujeres aún perciben salarios 16.1% menores a los de los hombres en igual situación.
La sobrecarga de trabajo no remunerado de las mujeres también conlleva pobreza de tiempo y movilidad, resaltó la secretaria ejecutiva de la Cepal. Las mujeres en la región dedican entre un quinto y un tercio del tiempo diario o semanal al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, mientras que los hombres solo dedican aproximadamente un 10% de su tiempo.
“La desigualdad de género sigue siendo un rasgo estructural en toda la región y esto limita la autonomía de las mujeres: la autonomía física, la autonomía política y, especialmente, la autonomía económica”, concluyó Bárcena.
Fuente: eldinero.com.do