Por:Món Hernández/PHD
Un día como hoy, hace 155 años, dio inicio la Guerra de la Restauración que libraron los dominicanos para recuperar la independencia de la República Dominicana tras la anexión a España el 18 de marzo de 1861. La guerra, que inició el 16 de agosto de 1863, terminó el 11 de julio de 1865 con la salida definitiva de las tropas españolas.
Gracias a esta victoria, en la República Dominicana se restauró el Estado que había nacido el 27 de febrero de 1844, cuando el país logró independizarse de Haití.
La Guerra de la Restauración fue una guerra llevada a cabo en Santo Domingo desde 1863 hasta 1865 entre los dominicanos y España, que el conservadurismo dominicano había invitado de nuevo a tomar posesión del país 17 años después de la Guerra de Independencia contra la República Haitiana y 42 años después de que los habitantes de la parte oriental se declararan independientes de España. El conflicto terminó con una victoria dominicana debido a la retirada de las tropas españolas tras las Cortes ordenar su repliegue, debido a que los costes de la guerra eran muy altos y no necesitaban el territorio.
Antecedentes
En 1861, el general Pedro Santana había arrebatado la presidencia a Buenaventura Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con grandes ganancias para sí mismo. Frente a una crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo ataque de Haití, Santana pidió a España que retomara el control de su antigua posesión bajo la categoría de provincia, con tan solo 17 años de independencia. Al principio, la monarquía española estaba preocupada, pero con los Estados Unidos ocupados con su propia guerra civil e incapaces de imponer la Doctrina Monroe, consideraba que había una oportunidad para reafirmar el control en América Latina. El 18 de marzo de 1861, se anunció la anexión, y Santana se convirtió en gobernador general de la recién creada jurisdicción.
Sin embargo, este acto no fue bien recibido por todos. El 2 de mayo, el general José Contreras lideró una fallida rebelión, y Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití (cuyo gobierno aunque oficialmente neutral, le preocupaba que España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de 1861. Eventualmente Santana renunciaría a su cargo en enero de 1862 tras sostener diferencias con las autoridades españolas en Cuba que limitaron su poder y que destituyeron a sus amistades para colocar a peninsulares en los cargos de poder; la reina Isabel II le confirió el marquesado de las Carreras como compensación por sus servicios al Reino.
Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización. Esto fue especialmente problemático en la región del Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para su sustento. Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casadas bajo la Iglesia católica. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una iglesia para casarse. Con las mejores intenciones, el arzobispo Bienvenido Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero sus demandas solo irritaba a la población local que había llegado a aceptar el estado actual de los nacimientos «ilegítimos» de forma normal.
Económicamente, el nuevo gobierno también impuso aranceles más altos para los productos no españoles y los buques y trató de establecer un monopolio sobre el tabaco, contrariando a las clases comerciantes también. A finales de 1862, los funcionarios españoles estaban empezando a temer la posibilidad de una rebelión en la región del Cibao (el sentimiento anti-español no era tan fuerte en el sur). Por último, había rumores de que España volvería a imponer la esclavitud y enviar a los dominicanos negros a Cuba y Puerto Rico.
Mientras tanto, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios que Toussaint Louverture había tomado por Haití en 1794. En un intento de sofocar los disturbios en Dominicana, las tropas españolas habían desalojado a los haitianos que vivían en estas áreas a lo largo de la frontera haitiano-dominicana. El presidente haitiano, Fabre Geffrard renunció a su posición de neutralidad y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos.
Revueltas preliminares de 1863
Neiba.
El malestar general que existía en la ahora colonia de Santo Domingo “ya era evidente en los meses de noviembre y diciembre de 1862 cuando los oficiales españoles presentían el estallido de una rebelión en breve plazo”8. El Cibao, según los informes, era la región más inclinada a una rebelión.
El comandante Cayetano Velázquez al mando de un grupo de 150 hombres asaltó el pueblo de Neiba y tomaron cautivo al Jefe militar del mismo, General Domingo Lázala, tomando municiones y armamento. Este movimiento estaba falto de preparación lo que fue causa de su fracaso. El alcalde ordinario mandó a arrestar al comandante Velázquez y sus hombres se rindieron sin poner resistencia alguna.
Esta revuelta estaba desconectada de la conspiración de proporciones faraónicas que se tramaba en el Cibao, sobre todo en la Línea Noroeste.
Línea Noroeste
En febrero de 1863 un movimiento organizado por el poderoso hacendado Santiago Rodríguez, Lucas Evangelista de Peña, Juan Antonio Polanco, hermano mayor del general Gaspar Polanco, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel, entre otros intentó restaurar los pueblos de Santiago, Puerto Plata, Moca, La Vega, San Francisco de Macorís, San José de Las Matas y los pueblos de la Línea Noroeste (La Línea). Las operaciones de San José de las Matas estuvieron a cargo de Gregorio Luperón, un humilde puertoplateño que se había unido a la causa, pero fueron derrotadas por el Coronel de las reservas españolas José María Checo, quien más tarde pasó al lado de los restauradores.
Atacaron la plaza de Guayubín, pero fueron frenados por el General Fernando Valerio, que estaba el mando de las reservas militares de la ciudad, aunque luego tuvieron éxito en un segundo ataque. El General José Antonio Hungría, Comandante de Armas y Gobernador de Santiago puso en marcha las tropas españolas hacia Guayubín y luego hacia Sabaneta donde derrocó a los revolucionarios con la ayuda del general Gaspar Polanco, que comandaba la caballería, todavía al servicio de los españoles.
Rebelión de Santiago
Cuando en Santiago se supo que la plaza de Guayubín había sido tomada por Lucas Evangelista de Peña y su gente, los directivos de la conspiración en Santiago, que eran los miembros del Ayuntamiento y otras personas prominentes, se rebelaron. La gesta fue derrocada y el 17 de abril fueron fusilados frente al cementerio de Santiago el poeta Eugenio Perdomo, Pedro Ignacio Espaillat, José Vidal Pichardo, Carlos de Lora, Ambrosio de la Cruz, el coronel Pierre Thomas y el General Antonio Bautistaresponsables de la revuelta de Santiago.
Secuelas
Aunque muchas ciudades dominicanas y la agricultura en todo el país fueron destruidas (a excepción del tabaco) durante la guerra, la Guerra de Restauración trajo un nuevo nivel de orgullo nacional a la República Dominicana. La victoria dominicana también le demostró a los cubanos y puertorriqueños que España podía ser derrotada. Por otro lado, en la política local, el liderazgo durante la guerra se concentró en las manos de pocos caudillos regionales, quienes podían ordenar la lealtad de las regiones. Este sistema de poder político se mantuvo hasta finales del siglo XX.
La política dominicana se mantuvo inestable durante los próximos años. Pimentel fue presidente durante solo cinco meses antes de ser reemplazado por José María Cabral. Cabral, a su vez fue derrocado por Buenaventura Báez en diciembre de 1865, pero retomó la presidencia en mayo de 1866. Sus negociaciones con los Estados Unidos sobre la posible venta de la tierra alrededor de la Bahía de Samaná resultaron ser tan impopulares que Báez fue capaz de recuperar la presidencia una vez más en 1868.
En las relaciones dentro de la isla, la guerra marcó un nuevo nivel de cooperación entre Haití y la República Dominicana. Hasta entonces, Haití había considerado la isla de La Española como «indivisible» y había intentado, sin éxito, conquistar la mitad oriental varias veces en el pasado. La guerra obligó a Haití a darse cuenta de que este objetivo era esencialmente inalcanzable, y fue sustituido por años de disputas fronterizas entre los dos países.
El 16 de agosto se conmemora un día de fiesta nacional en la República Dominicana.
Fuente: Wikipedia