Por: Món Hernández/PHD
27 de Noviembre,2018
New York.- Jackie Robinson es una de las figuras más importantes de la historia de esta nación por el cambio que generó su carrera en el béisbol de Grandes ligas, y sin embargo ni siquiera se acercó a ser electo de forma unánime al Salón de la Fama del Béisbol el año en que fue electo. Fue excluido en 36 de las 160 boletas. De algún modo, Willie Mays fue dejado fuera en 23 de 432 boletas. Hank Aaron se retiró como el rey de los jonrones de todos los tiempos, pero fue omitido en nueve de 415 boletas.
Nadie ha sido nombrado en todas las boletas, aunque Ken Griffey Jr. estuvo muy cerca hace pocos años, cuando fue incluido en 437 de 440 boletas.
Diez apuntes para la placa de Mariano
Sin embargo parece ser que el ex relevista de New York Yankees, Mariano Rivera, tiene una oportunidad legítima de lograrlo. Las circunstancias han madurado para un récord de votación de 100%, aunque es muy posible que algún escritor o escritora ya haya decidido no incluirlo en su boleta. ¿Cuáles son las razones?
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- Su marca de por vida es, naturalmente, espectacular, y logrará ser electo fácilmente. De todos los lanzadores que han trabajado suficientes entradas para cualificar, incluidos abridores y relevistas, Rivera tiene el ERA+ ajustado más bajo de la historia del béisbol, con 205. Acumuló efectividad de 2.21 en 1,115 juegos, con apenas 286 boletos concedidos en 1,283 entradas y un tercio. Piensa esto: desde 1996 hasta su temporada final en el 2013, solamente hubo uno de esos 18 años en que su efectividad superó los 3.00. Es el líder de todos los tiempos en salvamentos, con 652. Rivera tiene 276 juegos salvados más en su carrera que el relevista que ocupa el lugar número 2 en la Liga Americana, Joe Nathan.
- Los votantes están mejor ilustrados y un poco menos ridículos. Podrías estar en desacuerdo si eres fanático de Barry Bonds o Roger Clemens o Curt Schilling, pero en años recientes, casi todas las boletas de Salón de la Fama, MVP y Cy Young han demostrado que la gran mayoría de los votantes toman el proceso muy en serio. No se esfuerzan por ser Esa Persona -aquél que no emite un voto por un candidato en particular solo por ser diferente o llamar la atención. Tengo la sensación de que la generación de votantes que no incluían un nombre en una boleta en su primer año de elegibilidad solamente porque siempre se ha hecho así se ha ido.
- Transparencia. Aunque todavía no conocemos la identidad de tres escritores que no votaron por Ken Griffey Jr. o por qué, casi todos los votantes publican sus boletas y proveen explicaciones para su elección. Esa capa de responsabilidad, con el escrutinio adicional de las redes sociales, hace más difícil que alguien emita una boleta ridícula -como sucedió en la votación de 1947 por el MVP, en la que Ted Williams fue excluido en una boleta, y el ganador Joe DiMaggio fue dejado fuera en tres boletas.
- El atolladero de boletas provocado por la ‘Regla de 10’ se ha aliviado. Ninguna boleta puede incluir a más de diez jugadores, y en épocas recientes los votantes han decidido la suerte de un alto volumen de candidatos. Cuatro jugadores fueron exaltados el pasado verano y tres en el 2016, mientras varios vinculados al uso de esteroides -como Rafael Palmeiro y Mark McGwire- quedaron fuera de consideración. Es probable que muchos escritores no necesiten excluir de sus boletas a algún jugador -o a tantos jugadores- que consideran merecedores del Salón de la Fama debido solamente a la Regla de 10. Ese factor podría ser determinante en que Rivera o cualquier otro candidato sea electo de forma unánime, porque en años recientes, algunos votantes trabajaron de manera estratégica ante el atolladero, seleccionando jugadores que tienen menos posibilidades de ser electos en lugar de aquellos que lucen seguros. Es posible que eso sea lo que ocurrió con Griffey Jr: que esos tres votantes hayan optado por candidatos en mayor necesidad.
- La casilla de ‘Cero Sospechas de Esteroides’ está marcada. Rivera nunca fue vinculado a ninguna suspensión, investigación o reporte de drogas para mejorar el rendimiento.
- El respeto universal hacia Rivera. A través de los años, un número reducido de colegas me han admitido que no incluyeron a algún jugador particular en sus boletas -incluso superestrellas, candidatos garantizados- debido a su interacción personal con ellos. Quizás el jugador era un pedante, o quizás el escritor atestiguó una acción adversa del jugador fuera del terreno, o sencillamente el jugador le era desagradable al escritor. Rivera siempre fue uniformemente cooperador con los reporteros en sus tiempos de jugador y considerado un compañero de equipo ejemplar. Un Yankee de muchos años comentó en una conversación al final de la carrera de Rivera que el lanzador fue básicamente la misma persona desde que era novato -cortés, sociable, sincero, cooperador. Incluso en sus peores momentos -luego de desperdiciar ventajas en la postemporada en 2001 y 2004, por ejemplo- se condujo con el mayor profesionalismo, contestando oleadas de preguntas, una tras otra.
- Fue un jugador que marcó la diferencia. Durante las casi dos décadas de Rivera en las mayores, varios de los otros equipos de primer orden realizaron cambios en la posición de cerrador, especialmente en la postemporada; los Yankees mantuvieron al mismo jugador. Hay jugadores de la era de los mejores equipos de Atlanta que creen que si hubiesen tenido la suerte de contar con Rivera, la dinastía hubiese sido de los Bravos y no de los Yankees.
- Su récord (si, demos otro vistazo). Rivera puede ser considerado el jugador de mejor actuación en postemporada de todos los tiempos. Debido a que siempre cargó con la responsabilidad de lanzar en los momentos de mayor presión, un octubre tras otro tras otro, estuvo en el montículo en varios de los más memorables cambios de delantera de la historia. Una de las razones por las cuales se recuerda la reacción de los Arizona Diamondbacks en el Juego 7 de la Serie Mundial de 2001 es porque fue contra Rivera. Schilling ha contado la historia de que cuando los Yankees tomaron la ventaja en las postrimerías de ese partido, su pensamiento fue: ahora viene Rivera, esto se acabó.
Rivera lanzó el equivalente de dos temporadas regulares completas en postemporada -141 entradas distribuidas en 96 juegos- y en ellas cedió solamente 86 hits. Enfrentando a los mejores bateadores en los juegos más importantes, tuvo efectividad de 0.70. Una y otra vez, el manager Joe Torre lo usó en múltiples entradas, y una y otra vez, Rivera colgó ceros.
Rivera permitió un total de dos cuadrangulares en postemporada -uno a Sandy Alomar en los playoffs de 1997 y otro a Jay Payton en la Serie Mundial del 2000. Eso es todo. Dos jonrones en 141 entradas de postemporada. Tuvo marca de 8-1 en ganados y perdidos y 42 victorias preservadas en 47 oportunidades.
Pronto sabremos si algún votante (o un pequeño puñado de ellos) encuentra fallos en la carrera de Rivera o en el sistema o en su candidatura. Si eso ocurre, deberán proveer una explicación.
Fuente:ESPN.com